Una tecnología entra oficialmente en proceso de extinción cuando los productos asociados dejan de fabricarse definitivamente. Las pantallas CRT se han convertido en oscuro objeto de deseo por aficionados al retrogaming no por culpa de la engañosa nostalgia, sino por no existir un reemplazo a nivel de hardware que replique la forma en la que los videojuegos se veían en aquellas viejas teles de tubo, tecnología para la que fueron pensadas las consolas domésticas hasta su sexta generación. En los últimos años ha sido relativamente fácil hacerse con uno de estos armatostes para seguir disfrutando del hobby hasta que el cuerpo (o la electrónica del cacharro) aguante, pero las vacas flacas están a punto de llegar. ¿Tan dramático es esto?
Cronología de una extinción
En 2008 comenzó oficialmente el declive al verse superado el número de unidades vendidas por el de los pujantes monitores planos, provocando una reacción en cadena que llevaría al cierre de las principales plantas de ensamblado repartidas por el mundo. Sin ir más lejos, Sony cesó ese mismo año su producción en las factorías de Singapur y Malasia que atendían la demanda de países en desarrollo que, como es natural, tardaron mucho más en acuñar otras tecnologías. LG y Panasonic hicieron lo propio en 2010 y 2011 respectivamente. Aun así, durante buena parte de esa década algunos gigantes del electrodoméstico como Beko o TCL seguían distribuyendo unidades por la vía del rebranding en Latinoamérica, India y el sureste asiático.
Todo esto sucedía durante los años en los que se produjo el llamado apagón analógico en medio mundo, cesándose la emisión de televisión analógica y obligando a muchos televidentes a comprar un receptor para poder sintonizar los canales de televisión digital terrestre. La fecha límite en España fue el 2 de abril de 2010, y aunque tres años antes el Consejo de Ministros ya tenía aprobado el plan, las últimas semanas fueron relativamente dramáticas. Las tiendas se llenaron de preocupados consumidores informándose a última hora sobre esos tedetés que tenían que comprar, aunque en muchos casos acabaron jubilando su televisor por un flamante LCD porque no se querían «complicar la vida con más cacharros». No por nada durante los primeros seis meses de aquel año se vendieron 6 millones de televisores en España, un 40% más de lo previsto, aunque el mundial de fútbol de Sudáfrica también tuvo que ver con este pico como les cuento un poco más adelante. Y si no se fían de los números háganme caso a mí, que por aquel entonces me sacaba un dinero extra trabajando en una gran superficie y tuve que atajar estos dramas en no pocas ocasiones.
Ya en 2014 las estimaciones apuntaban a que el parque tubos de rayos catódicos en los hogares había sido superado por las pantallas planas. Realmente hace poco tiempo de ese hito, y a día de hoy lo que se están jubilando son esas teles marca blanca BlueSky o Firstline (míticos rebrandings usados por la cadena Carrefour) compradas por dos duros y a destiempo para la casa del pueblo. O lo que es lo mismo, electrodomésticos que podrían no tener ni una década de servicio y, probablemente, menos horas de uso que las coetáneas de años pretéritos en los que no existían tantos dispositivos de entretenimiento con los que matar el tiempo. Estos son los últimos en salir del garito antes del cierre y los que ahora puedes encontrar con un poco de paciencia por Wallapop o el contenedor de tu barrio.
¿Pero qué sentido tiene estar añorando estos cacharros en pleno 2022? Aunque casi roce el onanismo, me parafraseo a mí mismo porque el tema está ya más que trillado:
Más allá de los aspavientos que suele hacer la autodenominada policía del retro cuando alguien se jacta de jugar al MAME en una recreativa casera con pantalla LCD, lo cierto es que existen obvias y demostrables ventajas a la hora de usar CRTs para jugar a videojuegos clásicos. No hay más que ojear algunos documentos históricos para comprobar que en muchos estudios consagrados, los procesos de diseño estaban íntimamente ligados a la forma en la que se reproducía la imagen en este tipo de pantallas. Y ya si nos metemos en el tema del input-lag y el retardo en la respuesta al control en pantallas modernas, casi que nos daría para otro artículo.
aRTÍCULO EN XatakA: tODO LO QUE HAY QUE SABER ANTES DE COMPRAR UN TELEVISOR CRT PARA JUGAR A VIDEOJUEGOS CLÁSICOS (LINK)
No hay una tecnología alternativa equivalente, solo remiendos para paliar el hecho de que la demanda imperaba y la historia ya estaba escrita desde hace mucho tiempo: perder la posibilidad de disfrutar los videojuegos de hasta principios de los 2000 tal y como fueron pensados es solo un pequeño sacrificio en pos de una mayor eficiencia energética, un considerable ahorro de espacio y el hecho evitar tener frente a nosotros una caja con un cañón de electrones disparado por un cátodo por el que pasan 25.000 voltios. Por lo que sea.
Fútbol y pandemias como impulsores del fin
Aunque las ventas en televisores se han mantenido estables más allá de recesiones económicas y modificadores estacionales, la pandemia hizo que las ventas se dispararan en algunos países. En españa, sin ir más lejos, se incrementaron hasta un 30% entre los meses de junio y octubre de 2020. Durante ese periodo, el volumen de televisores arramblados junto al contenedor alcanzó cotas nunca vistas a tenor de la actividad en los grupos locales de retrogaming y la propia labor de preservación altruista del que suscribe. He tenido el recibidor de casa que parecía un punto limpio.
Pero si hay un modificador que incremente verdaderamente las ventas han sido siempre los eventos futbolísticos. Durante las semanas previas a la Eurocopa de 2021 se disparó la venta de algunas marcas hasta en un 152%. Aún es muy pronto para tener datos asociados al mundial de Qatar, amén de tratarse de una edición, cuanto menos, diferente en lo que al potencial seguimiento se refiere, pero la evidencia tangible está en la calle y de nuevo están los contenedores de mi ciudad llenos de unidades jubiladas durmiendo al raso. Ni la inestabilidad geopolítica ni los malos augurios económicos parecen hacer mella en el consumo.
Y por si todo esto fuera poco, añade algunos modificadores demográficos a la ecuación. Si bien el número de hogares con televisor en casa se ha reducido tan solo en un 1% en más de tres lustros, actualmente estamos ante una disminución en el nivel de consumo diario de televisión que no se veía desde 1992. Pero tiene truco, ya que la mayoría de estudios estadísticos se refieren al consumo lineal, no a servicios de televisión a la carta, streaming o videojuegos. Regalarles a tus padres jubilados un Chromecast para que vean The Crown era algo impensable hace una década, pero ahora es una realidad cuyo efecto provoca que por fín tiren la Thomson de la salita que lleva sin usarse desde 2004 y se compren una Smart TV chiquita. No por nada los mayores de 65 años son, con diferencia, el sector poblacional que más ve la tele.
¿Seguro que no hay reemplazo?
Debido al incesante (y creciente) interés en el mundo del retrogaming y la restauración de máquinas arcade, cada vez es más complicado hacerse con una unidad en buen estado a través del salvaje mercado de segunda mano. Por sorprendente que parezca, aún existe la posibilidad de hacerse con CRTs salidos de fábrica si se busca bien. Casi podríamos considerar a Dotronix como el último manufacturador oficial de televisores de tubo del mundo, ofreciendo diferentes modelos pensados principalmente para uso industrial, aunque también podemos hacernos con un flamante televisor de 27» si tenemos 3.000 dólares en el bolsillo. Calderilla.
Pero poniendo los pies un poco más en la tierra, en las profundidades de naves industriales como las del final de Indiana Jones existen palés con docenas de tubos de 17 pulgadas a estrenar ensamblados por la firma Intervideo que gente de buen corazón integra en los cabinets y bartops arcade que comercializan. Pero estos también acabarán extinguiéndose más pronto que tarde.
De todas formas se puede luchar con bastante éxito contra la obsolescencia de las viejas unidades mientras no casque el propio tubo de vacío, ya que el resto de la electrónica asociada puede reemplazarse con un poco de maña, bien sea sustituyendo componentes defectuosos individualmente o comprando placas completas. Ya sea un transformador de líneas o directamente un chásis clónico entero, puedes echar mano de tiendas asiáticas y llevarte todo lo que necesitas por dos duros. Y si no te atreves, aún hay repartidos por España talleres que siguen reparándolos y con gran demanda de trabajo dado el incansable interés por estos trastos y la necesidad de seguir disfrutando de videojuegos clásicos tal y como fueron concebidos.
Mirando hacia el futuro
Pero no nos pongamos tan agoreros. Aunque no tengas un tocadiscos en casa puedes seguir escuchando música por la vía digital y, si te da la gana, replicar el ya arcaico ritual de ponerte un disco, escucharlo entero y paladearlo mirando el libreto y aprendiéndote las letras. Esto va de lo mismo, de maniqueísmos distorsionados por la nostalgia a los que podemos sobreponernos con un poco de sentido común. El que suscribe tiene una holgada colección de televisores CRT, consolas y cachivaches varios guardados en armarios para cuando llegue el largo invierno, pero no dejo de recurrir a la emulación para disfrutar de ciertas experiencias.
Muchos cores de RetroArch soportan filtros por software capaces de simular tanto las consabidas scanlines generadas por el barrido horizontal del haz de electrones de un CRT como su rejilla de apertura tricolor, el halo luminiscente de los colores más brillantes o la propia curvatura del cristal. Por aquí ya comenté cómo configurar todo esto y el resultado es sorprendente.
El mundo de las FPGA también tiene la cabeza puesta en el futuro, e incluso iniciativas tan papistas como MiSTer cada vez son más híbridas al ofrecer soluciones que aunan simulación, emulación y concesiones hacia los usuarios que utilizan pantallas planas gracias a sus cada vez más resultones y configurables filtros de vídeo.
No es el fin del mundo. Quienes realmente tenían interés en preservar estas pantallas ya ha hecho acopio de ellas, pero llegará un punto (si es que no ha llegado ya) en el que el tiempo de disfrute será menor que el requerido para su mantenimiento. Pero bueno, eso ya lo sabemos bien quienes seguimos poniendo en valor la historia del videojuego con con la intención que generaciones venideras comprendan mejor las raíces de su pasión. En el fondo, los que abogamos por eso, seamos del ámbito cultural que seamos, también estamos al borde de la extinción.
Muy interesante, como siempre. Verdaderamente como sociedad nos hace falta una reflexión ya sería sobre si nos podemos permitir la obsolescencia programada, porque los recursos no dan más de sí. Y a veces luchar contra ella tiene recompensas: mi tele va para doce años y tengo conectada a ella permanentemente una Mega Drive vía Euroconector y la NES vía GBR 🙂 Un saludo.
Uy, perdón, RGB. Como se nota no soy un experto 😉
Excelente artículo. Enhorabuena.