Hay un algo embriagador en todo lo relacionado con la Game Boy original. No por nada, la máquina de Nintendo ostenta un puesto de honor en el movimiento aesthetic, ese constructo social que intenta hacer creer a la Gen Z que a principios de los 90 escuchábamos música lo-fi y teníamos una monstera en el dormitorio. Desde luego, la nostalgia mueve montañas, y más allá de que el revival de los últimos años nos haya hecho meterle a nuestra vieja portátil un mod con pantalla IPS, lo cierto es que la scene está más viva que nunca a tenor de la enorme cantidad de juegos amateur que aparecen hoy día para dicha consola. Eso sí, hay una razón detrás de todo esto mucho más fundada que la de una mera moda pasajera.
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Si me lo preguntas hace treinta años igual te digo que no, pero a estas alturas, aquello de que cualquiera puede crear videojuegos es una afirmación categórica. Ojo, hablo de crearlos, no de que sean buenos. Para lo primero, existen un sinfín de herramientas de diseño asistido que permiten plasmar digitalmente nuestras ideas sin tener que desgranar todos los pormenores de entornos de desarrollo integrado con solera como Unity, Godot o Unreal. Hablo de utilidades que agilizan los procesos asociados a la programación pura y dura para así poder centrarnos en el ámbito creativo en vez de devanarnos los sesos para entender por qué nuestro monigote no sube escaleras como debería.
Seguir leyendoMyHouse.wad es un mod para Doom II que apareció en los foros de DoomWorld el 3 de marzo de 2023, convirtiéndose en una de las experiencias lúdicas más excitantes que he disfrutado este año. Si bien no me voy a poner a destripar su propuesta para no desvelar las sorpresas que oculta, sí que puedo hablar de su apuesta por la metaficción al exigirnos analizar textos e imágenes adjuntas al propio archivo de juego para encontrar las respuestas que necesitamos si queremos avanzar. Desde el principio se juega con varias capas de realidad que nos hacen cuestionar la (no) veracidad de nuestros descubrimientos, pasando de lo que parece un simple mod creado por algún chavalito que ha recreado la casa de sus padres en Doom a una experiencia mucho más trascendental y grotesca. Lo que está claro es que un pifostio narrativo de este calibre le puede venir grande a quien tan solo venía a matar demonios con una recortada, pero justo de eso va la literatura ergódica.
Seguir leyendoUn dungeon es la unidad mínima de diversión exploratoria. Así de entrada parece complicado dilucidar el proceso de transformación que ha sufrido esta macabra estructura de origen medieval hasta convertirse en un artefacto cultural capaz de dar nombre a uno de los juegos de rol más importantes de la historia, amén de ejercer como ingrediente recurrente en otros ámbito del ocio como la literatura, el cine o los videojuegos. Tras casi 200 años de gestación en obras de ficción e incontables reinterpretaciones sazonadas con referencias históricas, puede ser todo un viaje esto de intentar organizar una suerte de cronología que nos haga comprender mejor el magnetismo de estos sórdidos lugares para la industria del entretenimiento. Desde luego, yo es ver mis viejas miniaturas del HeroQuest y me siguen entrando cosquillitas.
Seguir leyendoComprar un pascuero, montar un blog, tener churumbeles y crear un videojuego. Bueno, igual no es así, pero esto último es algo que se le pasa por la cabeza a cualquiera que lleve unos años dándole a las maquinitas. Hace unos días visité la sede del último evento promovido por la asociación MalagaJam donde se juntaron 250 valientes con la intención de crear juegos durante un fin de semana. Tal y como comenté en esta entrevista, eventos así son una oportunidad única para conocer a gente afín y poner a prueba tus aptitudes en un entorno creativo donde la motivación resulta contagiosa. Como era de esperar, a los pocos días me picó el gusanillo.
Seguir leyendoTodas nuestras acciones tienen una motivación, aunque a veces hay que hurgar un poco en el subconsciente para darles sentido. A estas alturas ya se ha escrito largo y tendido sobre la necesidad de subrayar y difundir públicamente todos nuestros actos por mundanos que sean, así que dar vueltas sobre el problema de la sobreexposición digital de nuestra vida privada a través de Internet huele ya un poco a naftalina. Lo que no está tan digerido, principalmente por las connotaciones trascendentales que conlleva su entendimiento, es que esas stories dándolo todo en festivales de música, esos tuits con ágiles retruécanos a partir del meme de moda y esos monumentales artículos didácticos en blogs personales (ejem) tienen una raíz común: la necesidad de sentirse siempre presentes en un mundo cambiante donde la insatisfacción por los sinsabores de la vida no deja mucho margen para cultivar nuestro yo interior a fuego lento sin necesidad de demostrar nada, que es como las cosas salen bien.
Seguir leyendoCecil B. Demille decía por ahí que una película debe empezar con un terremoto y a partir de ahí ir subiendo, así que vayamos a tope con esto: padezco faringitis crónica hipertrófica fruto de la colonización descontrolada de una tenaz bacteria en mi organismo. Una afección que, entre otras cosas, no me permite mantener una conversación activa de cierta duración sin que pase los días posteriores con un incapacitante dolor de garganta. Estas rachas suele venir acompañadas de una sintomatología parecida a la de un proceso gripal en donde no faltan dolores de cabeza, una astenia de las de no poder levantarte y traicioneras molestias musculares. Una mala tarde la tiene cualquiera, pero sufrir este cóctel de forma reiterada durante no ya meses, sino años, puede dejar huella a un nivel más profundo que el físico si no se toman las medidas mentales adecuadas.
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