Todas nuestras acciones tienen una motivación, aunque a veces hay que hurgar un poco en el subconsciente para darles sentido. A estas alturas ya se ha escrito largo y tendido sobre la necesidad de subrayar y difundir públicamente todos nuestros actos por mundanos que sean, así que dar vueltas sobre el problema de la sobreexposición digital de nuestra vida privada a través de Internet huele ya un poco a naftalina. Lo que no está tan digerido, principalmente por las connotaciones trascendentales que conlleva su entendimiento, es que esas stories dándolo todo en festivales de música, esos tuits con ágiles retruécanos a partir del meme de moda y esos monumentales artículos didácticos en blogs personales (ejem) tienen una raíz común: la necesidad de sentirse siempre presentes en un mundo cambiante donde la insatisfacción por los sinsabores de la vida no deja mucho margen para cultivar nuestro yo interior a fuego lento sin necesidad de demostrar nada, que es como las cosas salen bien.
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Cecil B. Demille decía por ahí que una película debe empezar con un terremoto y a partir de ahí ir subiendo, así que vayamos a tope con esto: padezco faringitis crónica hipertrófica fruto de la colonización descontrolada de una tenaz bacteria en mi organismo. Una afección que, entre otras cosas, no me permite mantener una conversación activa de cierta duración sin que pase los días posteriores con un incapacitante dolor de garganta. Estas rachas suele venir acompañadas de una sintomatología parecida a la de un proceso gripal en donde no faltan dolores de cabeza, una astenia de las de no poder levantarte y traicioneras molestias musculares. Una mala tarde la tiene cualquiera, pero sufrir este cóctel de forma reiterada durante no ya meses, sino años, puede dejar huella a un nivel más profundo que el físico si no se toman las medidas mentales adecuadas.
Seguir leyendoHace unos meses, un amiguete me regaló su vieja Mega Drive 2 de la infancia (¡gracias, Eduardo!). Para corresponder a este gesto altruista, he decidido sortearla con fines benéficos. Para ello, he reacondicionado la consola limpiándola a fondo, arreglando algunos desperfectos y aplicando pequeñas modificaciones internas, amén de haber añadido varias cosillas al lote para que resulte atractivo a cualquiera que quiera rememorar sus años mozos con la icónica consolilla de SEGA.
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