La propia Adobe ya lo había avisado tres años antes y aquel día acabó llegando: el 31 de diciembre de 2020 marcó el final del camino para Flash Player y los principales navegadores dejaron de ser compatibles con esta tecnología. A nivel funcional no perdimos nada, pues estándares como HTML5 y WebGL ya estaban lo suficientemente maduros como para permitir que Internet pudiera seguir estando nutrida de juegos, animaciones y experiencias multimedia integradas en las propias páginas web. Lo que sí se quedó huérfano, al menos en apariencia, es el movimiento creativo que revolucionó la forma de distribuir contenidos audiovisuales online, amén de sentar las bases de la industria del videojuego móvil y, si me apuras, definir buena parte de la iconografía que da forma al Internet moderno.
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